¡Este año ha empezado con todo! Creo que todos hemos empezado a ver como todo se está acelerando, y cómo cada proyecto se va moviendo. Finalmente tenemos la fuerza para ir hacia donde nuestras metas encuentran sus pasos a seguir. Hay mucho ruido afuera, y el reto sigue siendo el parar, respirar y tratar de escuchar para que ese paso sea el ideal. Si algo tengo claro, es que yo en mi mente siento la necesidad de tenerlo todo claro para poder dar el siguiente paso, y la verdad es que en estos últimos días he tenido que ir avanzando, confiando conforme pasan los días, y aunque no es lo más fácil para mí, he tenido que aceptar que el avance real se ve mientras que vamos tomando los pequeños pasos y no cuando ya estamos con todo listo para avanzar.

Paciencia. 

Palabra tan fácil de decir y tan difícil de poner en práctica para algunos de nosotros. Nos regresa al presente y tiene la capacidad de mostrarnos a veces a la fuerza que, aunque todo aparente ir con prisa, cada paso también tiene su tiempo y todo sucede en su tiempo perfecto. Que la presencia constante sea la que nos empuje a avanzar, con todo, pero sin nada a la vez, con la confianza que al final del día todo estará bien.

Los acontecimientos a nuestro alrededor influyen en la forma en la que marcamos el siguiente paso, sin embargo, al lograr regresar a ese espacio donde paramos a respirar encontramos lo que Un Curso de Milagros conoce como ese “Espacio o Instante Santo” donde en un minuto todo hace sentido y de repente todo fluye y avanzamos un paso más.

Esos momentos son los que nos impulsan y confirman que confiar en que todo se está moviendo por nuestro Más Alto Bien (Dios, el Ajaw, el Universo, etc.) y para nuestra evolución. Nos da la confianza de que al final del día, nuestro objetivo es dar ese paso, a cada hora, sin pausa y sin tanta prisa, porque al final todo saldrá no como nosotros queremos, sino de acuerdo a la lección que nuestra alma necesita aprender para que podamos crecer y evolucionar.